Nuestras vidas laborales en general han cambiado bastante de un tiempo a otro, ya sólo sea por el simple hecho de abordar casi cualquier jornada de trabajo en compañía de una mascarilla. Nos suena, ¿verdad?
La llegada de la pandemia de COVID-19 no nos ha dejado impasibles ante la misma. Así como llegó, y tras unos días de atar cabos, fue fundamental adaptarse a la nueva situación en muchos aspectos. No se podía salir a la calle. Algún tiempo sin poder llevar a cabo un día a día corriente, hizo que abundantes profesionales, quienes pudieron por su tipología de trabajo, comenzasen a trabajar desde sus casas. Algo casi impensable anteriormente a este hecho, lo que se convirtió en todo un reto y un proceso de aprendizaje. Con sus pros y sus contras.
El teletrabajo o trabajo en remoto permite desempeñar las funciones y tareas a través de recursos tecnológicos desde cualquier lugar en el que se cuente con unas condiciones laborales óptimas. Si esto lo extrapolamos a la “nueva normalidad”, estaríamos hablando de un modelo de trabajo mixto o híbrido, gracias al cual las personas trabajadoras pueden desempeñar su labor profesional tanto dentro como fuera de la oficina. Matiz importante: con total aceptación por parte de superiores y compañeros/as de trabajo. El “cuánto” en cada sitio ya es cuestión de las normas de la compañía correspondiente.
Así es nuestro día a día en Servitalent. Contamos con el grandísimo beneficio de poder combinar trabajar desde casa y desde la oficina, a nuestro criterio, según necesidades profesionales y personales. Elegimos a diario desde dónde queremos y/o podemos desempeñar nuestras tareas. Por supuesto, siempre atendiendo adecuadamente a nuestro cometido y a nuestros clientes. Si pensamos en un lunes cualquiera de una semana cualquiera del año, en el que además de trabajar las ocho horas correspondientes, nada más acabar la jornada laboral tienes que salir pitando de donde estés para a continuación llegar a tus clases de inglés al otro lado de la ciudad y ese día no dispones de coche, pues ¡tachán!... puedes hacerlo todo porque tu empresa te lo permite. Llega el martes y resulta que tienes la agenda que ya no da para más, ni un minuto libre, muchísimas reuniones virtuales seguiditas y piensas… ¡tremendo día tengo hoy! Pero además no compartes tiempo con los/as compañeros/as desde el viernes y piensas… ¡voy a ir a la ofi! Me sentiré en compañía y podré charlar un rato en el descanso para el café. O, lo contrario, se podría dar el siguiente caso: tengo muchísimas reuniones y prefiero trabajar desde casa ya que podré concentrarme más, habrá silencio absoluto.
Miércoles, jueves, viernes… Otra vez, lunes.Cada quien tiene sus motivos y en base a ellos se decide una opción u otra.
Personalmente, y en relación a este aspecto, me siento la empleada más afortunada del mundo. Es una de las cosas que más valoro, antes que cualquier otra que a priori podría parecer más atractiva. Y, he de decir, que mi norma general es ir a la oficina todos los días de la semana, pero saber que cuando consideres puedes trabajar desde otra ubicación, para mi, no tiene precio. Amo la vida en la oficina, si sólo teletrabajásemos estoy convencida de que mi día a día perdería alegría. Más que nada porque también le doy muchísima importancia a las relaciones humanas cara a cara y todas las cosas buenas que estas reportan. Y, también me planteo, ¿si tuviera, sí o sí, que llevar a cabo mis días de trabajo en la oficina? Pues no pasaría nada, pero reconozco que esta flexibilidad me hace ganar autonomía y a su vez me ayuda a ser más productiva. Sin ninguna duda, bajo mi punto de vista, este modelo trae consigo numerosas ventajas, tanto a nivel individual como a nivel organizacional.
Y, ¿tú qué opinas? #Happyworkersaremoreproductive